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jueves, diciembre 02, 2004
Send in the Clowns (the RexPOP Comeback Special) 
soy un tonto al seguirte como un perro andaluz

Es la primera vez que me siento a escribir algo para el blog y estoy tranquilo en mucho, mucho tiempo. No sólo eso, vuelvo a tener una computadora que anda (toco madera). Eso me pone de buen humor.
Quería contar sobre algo que escuché hace cosa de un mes. En realidad, esta anécdota que voy a contar está extraída de la autobiografía de Luis Buñuel. Estuve buscando el texto en internet para poder citarlo, pero no lo encontré, así que lo voy a contar yo (con mis propias palabras, como me decían en la primaria) y espero que se entienda.

Cuenta la historia que era el día del estreno de la película Un Perro Andaluz . Siendo como era Don Luis Buñuel, surrealista de pura cepa no esperaba como resultado de la exhibición más que abucheos e insultos. Pero algo salió mal, la película había terminado y los insultos no se escuchaban. En cambio, la gente estaba aplaudiendo. Buñuel se hallaba agazapado detrás del telón en donde se había proyectado la película armado con piedras, palos y demás objetos que iba a necesitar para defenderse de la turba enfurecida, y observó como se le acercaba su socio de aquella empresa, Salvador Dalí.
Ahí uno frente al otro, los dos hombres se miraron sin saber bien que hacer. Esa no era la reacción que ellos esperaban y no sabían como lidiar con ella. Buñuel se paró y empezó a caminar nervioso por la parte de atrás del escenario:
- Esto no está bien, esto no está bien…
- Claro que no está bien…
- Esa película... no va a ser exhibida... nunca más. La película está mal, si hubiera estado bien… no la estarían aplaudiendo.
- No. Eso no fue culpa de la película. Es culpa de la gente. De la gente y su esnobismo. No tienen idea de lo que están aplaudiendo
.

El que dijo eso último fue Dalí. Aquellos que conozcan un poco a Dalí probablemente no tarden en ver en esa última frase, una justificación de su enorme ego para algo que de otra manera tendría que haber sido calificado como un fracaso. Ya dicho esto (y a pesar de ello), hay que decirlo: Dalí tenía razón.

La semana pasada, tuve la oportunidad de asistir, gracias a mi amigo Damián, editor de la revista Abanico (quizá algunos de ustedes lo conozcan bajo el alias de LYNCH), a la presentación de la revista literaria Tokonoma. Un evento de sociedad, de esos a los que yo no tengo oportunidad de ir casi nunca pero que siempre considero entretenidos por lo menos porque me hacen sentir mejor conmigo mismo. De hecho, podría decir que éste tipo de citas funcionan para mí de la manera en que todos los personajes del caso Cóppola funcionaban para muchos. Me levantan el ego, me hacen pensar: “Hey, yo soy mejor que toda ésta gente”.
En dicho evento oficiaba de maestro de ceremonias (modesta ceremonia, tampoco se vayan a creer que era en el Hotel Sheraton) Sergio Pángaro. Se sabe que Sergio es un tipo carismático, pero… es lo suficientemente carismático?
Supongamos que hay alguien a quien ustedes admiran o que, lisa y llanamente les cae bien. Dicha persona, de repente se ve rodeada de personas que ustedes consideran desagradables, por el motivo que fuera.
¿Seguirían admirándola? ¿Les seguiría cayendo bien?
Mientras yo escuchaba como todas esas personas tan desagradables festejaban los chistes de Pángaro, que digámoslo: 1. Nunca fue el abanderado de ninguna causa noble, 2. No tiene por que serlo, y 3. En todo caso, este planteo tampoco tiene que ver con eso, sino con como yo no podía evitar sentir algo de escozor. Como reprimía las risas ante sus chistes porque de repente estaba en la misma habitación con toda esa gente, representantes de eso que yo consideraba dañino o elitista, y ésta otra persona a quien yo respetaba les estaba cayendo la mar de simpático. A esas personas… estaba mal. Sergio, tenía que estar mal.
¿Había cambiado algo? Probablemente, pero no podría asegurar que así fuera… entonces debo de haber estado equivocado, todo ese otro tiempo en el cual yo miraba a Sergio con una cierta, porque no? admiración.
En ningún momento me detuve a pensar como Dalí: “No, ellos deben estar equivocados… son snobs” cosa, que me habría sido más conveniente pues me limpiaba a mí de toda culpa. Probablemente porque yo no tengo ese ego de Dalí, probablemente porque no importaba: aquello que era mío (por lo menos en parte), había sido manoseado y ya no tenía valor alguno.
En los días siguientes ya no me interesaba para nada Pángaro, de hecho antes de ayer lo volví a ver una vez más. Esta vez, porque aparecía en una propaganda de Telefónica.

BN_Bit 01. Estas son sólo algunas de todas las otras personas que han escrito sobre este tema (u otros relacionados) antes que yo:
Link 1: Awful Bliss - Hi-fidelitism
Link 2: Tiny Mix Tapes – Good Grief part 1
Link 3: Tiny Mix Tapes – Good Grief part 2
Link 4: Modern Life is Rubbish - Snob
# posted by RexPOP @ jueves, diciembre 02, 2004




















































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