"Orbashá, tu me conoces. Todo el mundo me conoce. Todos saben quien es Raschid-Ibn-Bina. He luchado desde que pude ponerme en pie y tengo mil cicatrices, todas en el pecho, ninguna en la espalda.
He matado más turcos e infieles que pelos tengo en la cabeza...Y tengo muchos. He saqueado tesoros inmensos pero soy pobre porque todo lo doy a mis hombres. Yo sirvo a Alá y a Orbashá...pero tambien soy un hombre honesto y mi honestidad me obliga a hacer preguntas.

-Sé que eres honesto, Raschid. Pregunta y te reponderé.

-Nos hablas de atacar Bikra. Nos has hablado del gran botín que podremos capturar y todos los enemigos que podremos matar. No es necesario hablar de Bikra. Todos sabemos la fuerza de su guarnición, la cantidad de culebrinas que hay en sus murallas y la sangre que costará vencerla.
No temo a la muerte. ¿Que es la muerte? Una decisión de Alá y no nuestra...No, nada de eso me preocupa...Lo que me preocupa es tu sinceridad.

-¿Me llamas mentiroso?

-No. Decir media verdad no es mentir...pero, ¿no sería mejor decir la verdad entera? ¿No hay otra razón para que hayas decidido este ataque? ¿Tal vez para salvar a tu amigo el cristiano? ¿El que llaman Dago?

-Pides la otra mitad de la verdad. Allí la tienes, Raschid. Ese cristiano salvó mi vida. ¿Seré yo menos que él?...Además Raschid, ese hombre es mi amigo. ¿Que harías tu en mi lugar?

-Un amigo, eh? Palabra importante esa, Orbashá. No vale la pena que yo te responda. "El amor del hombre hacia la mujer palidece y decrece como la luna del Ramadán, pero el amor del amigo por el amigo es firme y eterno como las palabras del Profeta". Está así escrito...
Y si tú no fueras capaz de quemar medio mundo para ayudar a un amigo, no serías el hombre al que seguí siempre sin vacilar. Por lo tanto...
¡A Bikra! ¡Buena sangre de turcos espera allí! ¡Buen botín! ¡Buena pelea! ¡Y un amigo! ¿Que más puede pedir un guerrero? ¡A Bikra!"