Tal como les habíamos avisado hace algo de una semana (
después no digan que no les dijimos) asistimos al pre-Estreno de
Interstella 5555.
"The Animated House Musical" como decía el poster.
Llegamos a la
Alianza Francesa alrededor de las 20:10 (ya habíamos retirado la entrada hacía un rato). Cuando estábamos entrando mi hermano me dijo esto:
"Esta es la primera ópera rock de la música electrónica".
Una declaración fuerte. Yo soy un tipo muy prejuicioso con esas cosas, y a veces me sale el jovato. No es lo que creen, en ningún momento le dije nada como:
"¡Pero vos que te creés, pendejo insolente! ¡Opera rock era Quadrophenia!". Pero en ese momento, le dije que yo creía que no era así, porque a diferencia de las otras operas rock esta no había sido concebida como tal, sino que se había convertido en una eventualmente.
50 minutos después le estaba dando la razón. Y es que lo importante en esto como en muchos casos, son los resultados.
Y la fusión que logran las imágenes con la música es tan, pero tan poderosa.
Nunca me pasó estar viendo un musical y al mismo tiempo llevar el ritmo golpeando el piso con la suela del zapato (o más, tener ganas de pararme a bailar). Las primeras cuatro canciones, las habíamos visto por la tele cuando salió el disco (en el 2001), lo nuevo es todo lo que viene después (y sí, la historia termina).
Digital Love es una canción hermosa.
La estética de la película, como habrán visto los que hayan visto los videoclips, tiene todos los clichés del animé de los 70's y está animado como en los 90's. Y está muy bien que así sea.
La Historia es simple, pero bella. La idea madre es simple en sí misma. La metáfora es clarísima (aunque si yo fuera el manager de
Daft Punk, probablemente me sentiría algo molesto). Hacer un videoclip de 50 minutos de duración. Vieron que a veces hay cosas, que uno las vé y dice:
"¡Pero como no se me ocurrió a mí! ¡Es tan simple!". Es tan simple y sin embargo, no lo hicimos ninguno de nosotros, lo hizo
Daft Punk. Mejor, porque no sé ustedes, pero yo estoy seguro de que no lo podría haber hecho mejor.
Daft Punk escribe y produce, e incluso se dan el lujo de aparecer (como robots, obvio) un breve instante, que no por fugaz es menos genial.
Y eso es lo más increíble: en ningún momento se rompe ni el orden ni la forma en que están puestos los temas del disco.
La historia se cuenta siempre a partir de las canciones. Sin diálogos, usando sólo algún efecto de sonido ocasional para reforzar los climas.
Vieron cuando uno ve algo, o escucha algo y cuando ese algo termina, siente como si de verdad hubiera entendido el chiste. Como si hubiera una cierta complicidad entre uno y el artista.
Bueno, esta película es eso. Un chiste. Un muy buen chiste. Es como cuando en el 2001 nos contaron por primera vez ese de
Disco-Very/Very-Disco. Ojalá y todos los chistes fueran igual de efectivos.
La verdad es que si ésta, efectivamente va a ser la primera ópera rock de la era de la música electrónica (y si me preguntan a mí, bien se merece el honor), entonces podemos decir que la música electrónica ha dado un excelente primer paso en esta dirección.