"Chandler (el dueño del negocio de libros usados) era duro regateando y su concepto de los libros era tan diferente del mío que apenas sabía que decirle. Para mí los libros no eran tanto el soporte como las palabras mismas y el valor de un libro estaba determinado por su calidad espiritual más que por su estado físico. Un Homero con las esquinas levantadas era más valioso que un Virgilio impecable, por ejemplo; tres volúmenes de Descartes, menos que uno de Pascal. Esas eran diferencias esenciales para mí, pero para Chadler no existían. Para él, un libro no era más que un objeto, una cosa que pertenecía al mundo de las cosas y, como tal, no era radicalmente distinto de una caja de zapatos, una escobilla del retrete o una cafetera.".
Paul Auster en El Palacio de la Luna
El otro día estaba cenando con un amigo al que no veía hacía ya un tiempo. Era un miércoles, habíamos ido al cine pero no entramos, así que al final fuímos a comer. Mientras estábamos cenando y yo comenté que había salido el disco nuevo de
Lambchop cosa de la que él no estaba al tanto.
Aclaro, que mi amigo es un tipo raro, porque con él hay una especie de tácita competencia de ver quién consigue la banda que esté más buena y que sea más rara. Mañas snob...quién no tiene alguna?
Me acuerdo que hace ya unos años, yo había escuchado
The Divine Comedy y me sacudió el cerebro. Cuando pasaba eso, yo le mostraba la banda a él, así, si él se copaba, para recuperar terreno conseguía todos los discos restantes del artista en cuestión (porque la verdad, tiene más contactos que yo, la mayoría de la gente que frecuento no escucha la misma música que yo), entonces venía y me decía
"Tengo los otros discos que a vos te faltan, y están mejores que ese que vos tenés" (cosa que es mentira, porque yo tenía
Promenade y todos saben que ese es el mejor disco de
The Divine Comedy). Entonces yo, muy superado y fingiendo indiferencia, le decía
"Nah, ya fué...mejor escuchá Scott Walker que es el original". Ojo, que a mí me seguía gustando
Divine Comedy, lo hacía para hincharle las pelotas. Y así varias veces, con varias cosas. Era un juego, no había mala intención ahí o eso creo. Sin embargo a veces este juego generaba algunas actitudes miserables en mí mismo, que no eran nada grave, pero de las que no me siento orgulloso. Recuerdo que en una oportunidad le llegué a plantear esto a mi amigo. Quería ver si él era conciente de esto que pasaba. Entonces él lo negó, así que nunca volví a sacar el tema.
Decía que estábamos hablando con este chico del disco nuevo de
Lambchop mientras comíamos. En un momento de la charla salió a la luz el hecho de que yo lo tengo en dos discos vírgenes que están guardados en sobres blancos que a su vez tiene los nombres de las canciones anotados con roller negro. Muy triste, no? A más de uno probablemente se le estén retorciendo las tripas mientras lee esto, pero la verdad, es que al ritmo que estoy grabando discos (muy acelerado, por suerte) me veo en la necesidad de guardarlos así. No tengo tiempo de parar a hacer fotocopias color de las tapas y menos puedo permitirme el gasto extra que supone un estuche plástico de cd. Porque en vez de gastar fuerzas y plata en eso, prefiero gastarlas en tener más música. Hay gente que tiene la paciencia para hacer todo eso, cosa que es admirable, yo la verdad no la tengo. Me gustaría tener todos mis cd's ordenados, con las tapitas hechas y todo, pero no los tengo. De un tiempo a ésta parte este chico del que hablaba se ha puesto muy maniático con respecto al estado físico de sus cosas cada vez que me presta algo (un disco, un libro, historietas...sobre todo historietas). La verdad no recuerdo que fuera así antes, pero el hecho es que es así ahora y cuando escuchó como tenía yo esos dos discos, con una mueca de asco me dijo:
"Yo no podría tener un disco en ese estado...lo tiraría a la basura". No es que me haya dolido esa cara que puso, si bien tampoco me pasó desapercibida, lo que digo es que la charla no tendría que haber girado alrededor de como tenía yo guardados mis discos, sino más bien en torno a si lo que había grabado en ellos valía la pena o no. Hay un punto en el que se pierde de vista lo que importa, que es el contenido de los discos, los libros o las películas. Estos pasan a ser trofeos para exponer en el living de nuestra casa. Como cuando los cazadores colgaban las cabeza de algún animal en las paredes, los discos se ponen en estantes, ordenados minuciosamente para que cualquier peatón casual pueda apreciar las competencias musicales de su dueño. Que cosas le gusta hacer, que lee, que cosas ve. Incluso pueden decir como se viste o que amigos tiene.
No sé si ese es el caso de mi amigo y de hecho creo que no. Tampoco creo que yo esté del todo libre de pecado para arrojar la primera piedra...a veces tengo la sensación que el ver la película
Alta Fidelidad cambió la vida de que mucha gente, que después de verla entendió que si les gustaba la música, si en serio les gustaba la música, tenían que convertirse en obsesivos compulsivos como el personaje de John Cusack. Porque "esa" era la manera en que un fanático de la música se debía comportar (
Amadeo había posteado hace un tiempo
extractos del libro Fiebre en las Gradas de Nick Hornby, que decían algunas cosas muy interesantes sobre de este tipo de fanatismos).
Es natural que a todos nos guste mucho la música. Y al contrario de lo que creamos, no hay mérito alguno en eso. Eso no nos hace especiales. El ser humano es por naturaleza más propenso a conmoverse por cosas que escucha que por cosas que vé.
El hecho es que no existe un medidor de fanatismos aún. Hasta el día en que eso pase, no creo que nadie esté en posición de jactarse de nada.