No me considero una persona de derecha. Aunque eso no sea garantía de nada. A veces me dá la impresión de que algunas personas se creen de izquierda sólo por expresar desprecio hacia Hadad o por no ver ningún programa que esté en Canal 9. Honestamente, creo que no hay mérito alguno en odiar a Hadad. Es como odiar a Leo García. O a Polimeni. Son personas que están en una posición que los hace blanco fácil de odio de los demás.
Hace ya un tiempo estaba en la facultad, toda el aula de Diseño Gráfico 2 reunida, estábamos empezando un trabajo práctico que consistía en el armado de un diario con todo lo que esto conlleva: un nombre, un discurso, una línea editorial en la elección de las noticias y de cómo contarlas, etc. Cuando llegamos a esta parte, yo estaba distraído haciendo otra cosa y de repente escucho al profesor adjunto de mi cátedra, el Sr. Pablo Salomone preguntar si alguien leía el diario Página 12. Yo levanté la mano, no sin cierta timidez. Al verme, él me preguntó: "Y vos... ¿sos zurdo?". Yo me quedé quieto un segundo. Finalmente largué un "mmmmse". Nunca lo había pensado en esos términos. Zurdo. Además, no sé si les pasa, pero cuando alguien dice "yo soy..." para mí le quita encanto totalmente. "Yo soy un loco, hago lo que quiero..." "Yo soy un ganador nato, entendés?". No sé es una sensación que siempre tuve, me dá un poquito de vergüenza ajena cuando alguien se jacta de ser algo de esa modo.
En ese momento todos se rieron, y yo me quedé pasmado. Como no había prestado atención a lo que había sido la charla previa, no entendía de que se reían los demás. Siendo como soy, un tipo muy seguro de sí mismo, se me cruzaron todo tipo de teorías locas del porqué los demás se estaban riendo de algo que yo había dicho, siendo que encima no tenía ninguna gracia, y chequeaba a ver si tenía la bragueta cerrada y cosas así. Pero no se reían de mí, se reían de Pablo. Entonces yo le grité a Pablo, entre medio de las risas, como intentando arreglar un poco el quilombo que había generado: "Pero yo no leo Página 12 porque sea zurdo, si Página 12 es del Grupo Clarín..." (NdeR: De hecho, ahora ya no es ni siquiera del Grupo Clarín, hace ya un tiempo que lo compró el socio de Hadad, no recuerdo en este momento su apellido). Pablo lo escuchó, pero el resto del aula se estaba riendo y no llegaron a escuchar esto último.
Después alguien me explicó que las risas habían sido porque, cuando Pablo hablaba de los perfiles ideológicos de los diarios, alguien había dicho que Página 12 era un diario de gente de izquierda, y él le había dicho que no y por eso preguntó si alguien leía Página 12. La idea era que si alguien decía que sí, el le iba a preguntar si era zurdo, la persona en cuestión iba a contestar que no y el iba a decir "¿vieron?". El no conocía esas aspiraciones revolucionarias que tanto abundan de la boca para afuera en nuestra querida clase media alta. Yo le había cagado sin querer el chiste, y por eso era que todo el mundo se reía.
El hecho es que él tenía razón. Hace rato que Página 12 ya no es más un diario para zurdos.
Es raro lo que pasa con los diarios. Porque la mayoría de la gente compra un diario que simpatice con su propio perfil ideológico. También mientras hacíamos este trabajo nos decían que una de las verdaderas razones por las que la gente compra el diario es para que el diario les diga lo que tienen que opinar. O sea, un lector que tiene un perfil ideológico similar al del InfoBAE, compra el diario, lo lee, y dá por hecho que InfoBAE le está dando la selección de noticias que él haría si pudiera tomarse el tiempo y el esfuerzo de elegir entre todas las noticias posibles de ser publicadas ese día (una vez me habían dicho que en un diario se publica 1 de cada 5 noticias que llegan por cable). Después va a su trabajo o a hacer las compras y repite las opiniones de los columnistas como si fueran las suyas propias. Lo mismo con Página 12, lo mismo con La Nación. Lo mismo incluso con Clarín, por tibio y malintencionado que éste pueda resultar.
Cuento esto porque nunca había estado en una situación en la que tuviera que tomar partido por derecha o izquierda. En realidad, siempre pensé que si había algo que me definía como gente de izquierda era más la antipatía que sentía por la derecha, que mi simpatía por la izquierda. Y no sé si eso alcanza para llamarse alguien de izquierdas.
Incluso hoy me lo sigo cuestionando. Sobre todo cuando hablo del tema piqueteros, que era de lo que realmente me interesaba hablar. (Sí, ya sé, siempre hago estas introducciones largas como la vida misma para después hablar de algo que no tiene nada que ver). Muchas veces me cruzo con ejemplares de la clase media argentina y surge el tema piqueteros. En esos momentos yo quiero defender a los piqueteros. Siento que es injusta la manera en que la clase media sobre todo, les ha dado la espalda ahora, luego de que fueran hermanos en la lucha social en aquel diciembre del 2001. En realidad no se de que me asombro, seguro que en la Revolución Francesa la cosa fue bastante parecida en este sentido. Y justo cuando me preparo para blandir este argumento en contra de mi interlocutor, me encuentro con que tampoco creo que esté bien cortar una de las arterias de la Capital Federal por una semana. Tirados, como estaban escuchando cumbia (yo pasé por ahí y lo ví, no lo leí en InfoBAE). Para encima después escuchar, a uno de sus líderes, el Sr. Raúl Castells, contestar cuando era interrogado por una periodista sobre las pérdidas que le podían haber causado a los comerciantes de la cuadra que se habían visto obligados a cerrar sus puertas en esos días: "El Gobierno les tiene que dar exención impositiva a los comercios por las pérdidas que tuvieron en estos días". ¿Como "les tiene que dar"? Ven? Estos son los momentos en lo que me dá por las pelotas la Argentina.
El estado me tiene dar una exención impositiva. El estado me tiene que dar un plan jefe de hogar.
La política más peronista de todas: Papá estado me tiene que dar.
Esta bien, que se supone que el estado se ha formado para ocuparse de las necesidades de una sociedad. Pero no para ocuparse de estos problemas por nosotros, sino con nosotros. El estado es grande y torpe, necesita del individuo (iba a decir y viceversa...)
Supongamos que yo soy el dueño de una empresa, ok? Yo contrato a alguien para que se ocupe su manejo, porque yo no tengo ganas de hacerme problema y me voy a vivir a Miami (en realidad este ejemplo daba mejor para la época del 1 a 1, ahora habría que actualizarlo). A los 4 años vuelvo de Miami. La empresa no existe más. La persona que yo había contratado para llevar todo adelante, lo vendió todo y se fue a vivir a algún lado de Europa con la plata y la recepcionista de 26 años. Bueno, se me podría decir, jodete por haberte borrado. La analogía es bastante clara, creo que no tengo que explicar la relación. Es ese viejo problema de Quién vigila a los que vigilan. La respuesta en este caso tendría que ser nosotros. Nuestra responsabilidad como pueblo no es nada más hasta el momento de tirar el voto adentro de la urna.
Pero nosotros preferimos exigir que se nos den cosas porque sí. Porque es la responsabilidad del estado el proveer. Bueno, no. Era indignante, allá por el verano del 2001 (cuando esto era algo que merecía tiempo de ser mostrado en un noticiero) ver a una madre llorando en algún suburbio del Gran Buenos Aires porque no tenía comida para darle a sus hijos, mientras de fondo, la cámara la mostraba rodeada de una extensión de tierra totalmente vírgen en la que, como decía Pinti: "escupís un carozo de durazno y crece una planta" ¿Saben en cuantos países del mundo crece vegetación entre los durmientes en las vías del tren? Bueno creo que en ninguna, salvo acá. En todo caso, muy pocos lugares. Obviamente que la culpa no es de esta pobre mujer, por no saber ver esto. El argentino nunca tuvo una cultura del trabajo de la tierra. Ni siquiera los indios que poblaban el territorio antes de la conquista la tenían. Mientras que los incas hacían terrazas en los Andes porque no tenían donde cultivar, nuestros indios vivían de la recolección.
No era su culpa, pobres. No cultivaban porque no necesitaban. Es una cuestión de idiosincrasia. Pongamos a los japoneses como ejemplo: al japonés se le enseña de chiquito que no tiene nada, que nadie le va a regalar nada, que tiene el pito chico y que si quiere algo, indefectiblemente se tiene que romper el culo para lograrlo. El tipo crece sabiendo eso. No sé si es esa es la manera, pero el hecho es que nosotros vivimos en una tierra generosa. Demasiado generosa, al punto de que nos malcría.
No sé. Quizá el hecho de que lea Página 12, sólo me hace más clase media progre. Espero que no. Especialmente con tanto progre revolucionario de cotillón que tanto pulula por estos blogs. Por otro lado, a diferencia de la clase media yo sí votaría a un candidato de izquierda para presidente (no a Zamora. Todo bien con Zamora, pero que pase otro).
Yo difiero de la mayoría de la izquierda de acá y del mundo en el sentido de no creo que el pobre nada más que por ser pobre sea bueno y una víctima. Si me preguntan, les diría que eso más bien es demagogia de la peor calaña. Los piqueteros se equivocan al pedir planes trabajar. No hay acá cultura del trabajo, bueno, se puede generar. Démosle los $150, y más si podemos, pero démosle también algo para hacer, aunque sea simbólico. Que la persona sienta que se lo está ganando, que no se esté nada más regalando. Puede ir a trabajar a un hospital público a ejercer su oficio, a una escuela pública. No como maestro, de albañíl. De lo que sepa. No sé, cosas para hacer sobran. Acá el que no trabaja es porque no quiere. No, en serio, probablemente alguien que lea esto me crea un reaccionario hijo de puta. Nada, está todo bien que se yo.
Hay gente para todo, incluso para los que quieren organizar revoluciones desde Barrio Norte. |