Que días estos, hacer cualquier cosa cuesta el triple.
Y no me refiero a las cosas trascendentes como encontrar trabajo, conseguirse una novia... no, hablo de boludeces como ir a comprar cigarrillos, o subir tres pisos a pedirle a mi tía que me preste un vaso de leche para desayunar a la mañana porque me quedé sin leche y no me había dado cuenta, que en esta instancia parecen ser dos de las doce tareas de Hércules.
Pero el hombre urbano (para lo que nos concierne ahora, un servidor) persevera y sigue adelante con todas las tareas que le supone la rutina diara: levantarse lo más tarde que se pueda a la mañana, despegarse las sábanas del cuerpo, salir corriendo a tomar el colectivo
44 que es una línea de lo más anárquica, para finalmente sentarse a pasar el día frente a un computadora con el único consuelo que supone un ventilador que (me) tira aire caliente en la nuca.
(Sí, es el ventilador que sopla la nuca. Era un chiste fácil, no se molesten en hacerlo).
Así que finalmente salgo del trabajo. Y esto lejos de implicar la libertad, solo supone que deberé marchar otra vez hacia el gimnasio.
Empecé a ir al gimnasio hace un par de meses. No había ido nunca y de hecho la gente que iba me parecían todos unos pelotudos. Un amigo mío me convenció de que podía lograr resultados sin demasiado esfuerzo y en poco tiempo, lo cual aunque tentador resultó ser un mentira. Por lo menos en parte, los resultados se ven, pero de a poco. Como es con todo en la vida, desgraciadamente.
Así que así marchaba yo hacia el gimnasio. Y mientras me repetía a mí mismo:
"Que huevos que tengo: ir al gimnasio en un dia como hoy ¡41º de Térmica! Yo soy un grosso... Seguro que no va a haber nadie..."
Obviamente cuando yo llegue el gimnasio estaba hasta las bolas de gente. Todas las bicicletas ocupadas (lo primero que hago yo es bicicleta así que esto interfería con mi rutina de ejercicios).
Me acerco al... como decirlo? No estoy muy seguro que es el tipo. Profesor? Entrenador? Si sé lo que hace, eso lo tenemos claro todos los que vamos a este gimnasio.: El tipo va al trabajo a parlarse minas. Me acerco a saludarlo cuando llegué y de paso lo increpo:
"Esto está lleno de gente! ¿Quien viene al gimnasio un día como hoy?".
Y no solo era por el calor, estas personas estaban desmereciendo el triunfo de mi mente por sobre la materia que tanto esfuerzo y sacrificio me había costado...
"-Es que la gente ve esto y dice: que buen día hoy para quemar grasas."
Esto me hizo brotar la carcajada más espontánea:
"Ay, por favor... que clase de idiota va a pensar eso?"
